Entre el arte y el culto ritual
Si la producción artística refleja de alguna manera las características de la sociedad, habría que convenir que la de los celtas brindó especial atención a las pautas de diferenciación social. En una sociedad tan altamente jerarquizada, las joyas cumplieron un singular rol de distinción. Entre los numerosos objetos de decoración personal que utilizaron, destacan los torques, un modelo de collar que sólo utilizaban los miembros de las clases dirigentes. Creían que los torques tenían cualidades mágicas y a veces iban al combate desnudos, armas en mano, sólo exhibiendo sus collares. Los torques eran de oro, aunque también de hierro y bronce. El detalle decorativo más importante estaba en sus extremos, coronados con alguna figura, como cabezas de león o garras.
Entre las clases populares, era habitual la fíbula, un broche que servía para sujetar las prendas de hombres y mujeres. También la fíbulas estaban decoradas , y según las incrustaciones en pedrería que tenían señalaban la pertenencia social de su portador.
Los celtas confeccionaron otros objetos para la decoración personal, como collares, brazaletes, hebillas, amuletos y pendientes. Peines y espejos de bronce completaban el ajuar.
La ornamentación de objetos de metal se extendió también a las armas, en especial en las empuñaduras de las epadas, cuchillos y escudos. Como la cosmovisión celta implicaba la aceptación de mundos más allá de la vida terrenal, confeccionaron armas para rituales religiosos,
en honor a alguna de sus divinidades, o para ser enterradas junto al guerrero caído en batalla.
Era común la empuñadura de oro con incrustaciones de piedras y marfil. En cascos y escudos destacan figuras geométricas, con círculos y líneas curvadas.
Fuente: Última Hora, Grandes civilizaciones de la historia, Editorial Sol 90, Barcelona, España, 2008.
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